Mi buen Jesús, solo te tengo a ti.
Hemos sido injertadas en la cruz.
Jesús la espera en la capilla. Vaya a su encuentro cuando le falte fuerza y paciencia… cuando se sienta sola e impotente. Dígale: «Tú sabes lo que me pasa, mi buen Jesús. Sólo te tengo a ti. Ven en mi ayuda…» Y después váyase, no se inquiete por saber cómo ha de hacer. Basta con que se lo haya dicho al buen Dios. ¡El tiene buena memoria!
Mis pequeñas, decía a las novicias, amen mucho a la Santísima Virgen, ella será su Madre.
Por el Ave María iremos al Paraíso.
De la Iglesia nos viene todo don, el Santo Padre ante todo.
Padre eterno, abrid vuestras puertas,
hoy, a la más miserable de vuestras hijas
pero que tiene tantos deseos de veros.
Oh María, mi buena Madre, venid a mí,
vos sabéis que os amo
y que tengo grandes deseos de veros.